Entre las muchas joyas que esconde Lisboa se encuentra el Museo Calouste Gulbenkian, algo apartado de los circuitos turísticos habituales pero que bien merece una visita, pues guarda una colección excepcional de arte procedente de todas las épocas y culturas, desde Egipto y Mesopotamia hasta la Edad Media europea o la preciosa colección de joyas art noveau de René Lalique.
Calouste Gulbenkian: el legado de un filántropo
Este museo es la materialización de la última voluntad de Calouste Gulbenkian, magnate petrolífero amante del arte, especialmente (debido a sus orígenes) del arte oriental, como queda patente en las piezas de la colección procedentes de Persia, Turquía, Armenia o la India. Gulbenkian llegó a Lisboa durante la II Guerra Mundial, y allí permaneció hasta su muerte en 1955. Antes de morir, creó la fundación que lleva su nombre y plasmó por escrito su deseo de ver reunidas bajo un mismo techo todas las obras que había ido atesorando durante su vida.
El Museo Calouste-Gulbenkian sería finalmente inaugurado en 1969, cumpliendo póstumamente el sueño de este filántropo, cuyo exquisito gusto queda patente en todas y cada una de sus obras, que denotan un profundo conocimiento de la historia del arte.
La colección del Museo Calouste Gulbenkian
Es inevitable que todas las colecciones del museo respondan a las preferencias artísticas de su fundador, que no obstante consiguió reunir una recopilación de obras que recorren la historia del arte durante varios siglos y que gozan, a pesar de su diversidad, de una gran coherencia interna.
Pasear por las galerías del Calouste-Gulbenkian es un verdadero placer para los sentidos, un especie de viaje en el tiempo por la guarida de un buscador de tesoros, donde el lugar que ocupa cada obra está muy pensado para que los visitantes podamos apreciarla en su máximo esplendor y en un contexto razonado.
De este modo, el museo se divide en varios espacios bien diferenciados:
- En el piso superior se encuentran las galerías dedicadas al arte egipcio, greco-romano, mesopotámico, islámico, armenio y del Extremo Oriente. Aquí conviven monedas griegas, azulejos árabes, cerámicas y porcelanas, tapices, alfombras y encuadernaciones procedentes de todos estos lugares.
- El recorrido continúa por el arte europeo de los siglos X al XVI, en cuyas salas se exponen miniaturas en marfil, trípticos, mobiliario, pinturas y esculturas que nos ayudan a comprender las distintas manifestaciones artísticas y religiosas que han dominado Europa durante todo este tiempo. Lo mejor, para nosotros, es la impresionante colección de manuscritos miniados, una auténtica maravilla.
- Las siguientes salas se centran, sobre todo, en el arte francés, por el que Gulbenkian manifestó especial interés debido a los años que pasó en París. Fragonard, Boucher, Largilliere o Pigalle son solo algunos de los numerosos artistas franceses que conviven en este museo.
- Además, en el museo encontraremos también las obras de otros grandes artistas europeos, como Turner y sus cuadros marinos, Corot, Rembrandt, Monet, Renoir, Degas y Manet.
- Por último, la visita concluye con la pequeña pero magnífica exposición de joyería art noveau que os hemos mencionado antes, obra de René Lalique.