A unos 70 kilómetros de Lisboa se esconde una de las joyas arquitectónicas de Portugal, la villa de Óbidos.
Se trata de una ciudadela fortificada, como su propio nombre indica, pues «Óbidos» proviene del latín «oppidum», término utilizado para designar a las antiguas ciudades amuralladas. De hecho, se cree que Óbidos fue un castro celtíbero que fue ampliando su perímetro con el paso del tiempo. Algunos arqueólogos apuntan incluso a una posible presencia de los fenicios en la zona.

Castillo de Óbidos.
Fotografía: Kyle Taylor
Lo cierto es que este pequeño municipio de apenas 3.000 habitantes se esconden un magnífico castillo y algunos de los rincones más auténticos del medievo portugués en forma de callejuelas adoquinadas y viejos muros de piedra en los que celtíberos, romanos, visigodos y árabes dejaron su impronta. A las afueras del castillo -muy bien conservado-, se extienden casas encaladas con tejados rojos y buganvillas en los balcones.
Tradicionalmente, Óbidos ha sido conocida como la «Vila Das Rainhas» («villa de las reinas»), ya que desde el siglo XIII esta aldea era ofrecida por los monarcas portugueses a sus esposas a modo de regalo de boda. Esta tradición comenzó con el rey Don Dinis y perduró hasta comienzos del siglo XIX, cuando la villa dejó definitivamente de ser patrimonio de la Casa de la Reina.

Callejuelas en la villa de Óbidos.
Fotografía: lele3100
Óbidos está declarada Patrimonio Nacional y todos los años celebra, entre julio y agosto, un mercado medieval que aunque no deja de ser uno más del estilo de lo que se organizan en muchas otras ciudades de la península en verano (ya sabéís: con carpas donde se sirve comida, gente disfrazada y puestos de tiro con arco) es especial por el entorno en que se ubica, con la gran muralla rodeando el castillo de Óbidos.
Además, Óbidos es famosa por su ginjinha y por su chocolate. Este último es el protagonista del Festival del Chocolate que se celebra en enero. Por último, un festival del Piano, que tiene lugar todos los veranos, completa la amplia oferta cultural y de ocio de esta preciosa vilha portuguesa.
Qué ver en Óbidos en un día (o en una mañana)
Castillo de Óbidos (Castelo de Óbidos)
El castillo de Óbidos; aunque actualmente alberga una posada, se puede visitar en parte y pasear por susmurallas. Nuestra recomendación: dejarse llevar, sin más, por el laberinto de calles que lo rodean.
- Las iglesias: Óbidos conserva un puñado de iglesias de fachada blanca y exterior austero, tan típicamente portuguesas. Entre ellas, destacan la Iglesia de Santa María, la Iglesia de São Tiago y la Iglesia da Misericordia.
- El acueducto de Óbidos, de más de 3 kilómetros de largo, que fue construido por Catalina de Austria, la hija menor de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso casada con el rey de Portugal por orden de su hermano Carlos V. Por cierto, que también hay un acueducto en Lisboa de lo más impresionante.
- La Rua Direita, calle principal de Óbidos, a la que se accede por la Porta da Vila, decorada con azulejos azules y blancos, y que conduce hasta la plaza central.
Cómo llegar a Óbidos desde Lisboa
- En coche: desde Lisboa, por la A8 hasta desviarnos en la salida 15. Se tarda aproximadamente una hora.
- En autobús: desde Lisboa (estación de Campo Grande) salen varios autobuses diarios con destino a Óbidos, de la línea verde de la compañía Rodoviária do Tejo. El precio por trayecto es de 7,60 € y dura una hora.
Dónde comer en Óbidos: restaurantes recomendados para comer bien y barato
Cafe Snack Bar Senhor da Pedra
- Dirección: Largo Do Santuario Do Senhor Da Pedra
- Precio: barato
Comida casera, abundante y muy sabrosa. La especialidad son los platos de pescado, aunque también tienen buenas carnes, como el secreto ibérico. Nos gustó por su sencillez y su excelente calidad-precio.
Restaurante Vila Infanta Óbidos
- Dirección: Largo Do Santuario Do Senhor Da Pedra
- Precio: barato
En este restaurante destacan la calidad de sus carnes y su comida tradicional portuguesa, muy bien preparada. Si no sabéis qué pedir, os recomendamos el bacalao con nata (podéis pedir solo media ración, porque es un plato muy abundante y llena mucho).