El Convento do Carmo, cuyas ruinas abiertas al cielo son uno de los mejores ejemplos del carácter renovador de Lisboa, alberga en la actualidad un Museo Arqueológico pequeño pero imprescindible.
Un antiguo convento
Sus altos arcos, que marcan la entrada al Chiado nada más bajarnos de elevador de Santa Justa, llaman la atención por sus dimensiones, y es que este era el templo gótico más importante de Lisboa hasta que el terremoto de 1755 lo tiró abajo.
La iglesia había sido fundada por Nuno Alvares Pereira, un aristócrata que mandó construirla para retirarse a la vida espiritual y en honor a la victoria en la batalla de Aljubarrota. Las obras concluyeron a principios del siglo XV, por lo que el esqueleto que podemos ver hoy de esta antigua iglesia constituye una de las escasas muestras arquitectónicas del Medievo portugués.
La puerta olvidada
Al bajar del elevador de Santa Justa, justo en el lateral del convento, hay una puerta pegada a unas escaleras medio derruidas y en la que pocos se fijan.
Sin embargo, esta puerta tuvo, en su momento, una gran importancia histórica, pues se trababa de una porta real; esta puerta conectaba el convento con el palacio real que había en la colina de enfrente. Por eso está decorada con flores de lis, emblema de la dinastía Avis.
El Museo Arqueológico do Carmo
Hoy en día, las ruinas del antiguo convento acogen el Museo Arquelógico do Carmo, donde se expone una breve pero valiosa colección que recorre la historia de Lisboa desde la Prehistoria hasta la Edad Media.
Estas son algunas de las piezas más importantes:
- La sala dedicada a la Prehistoria, donde se expone una muestra de bifaces y lascas del Paleolítico y objetos del Neolítico relacionados con rituales funerarios.
- El Sarcófago de las Musas, del período romano, y el Friso dos Leões, un buen ejemplo de arte mozárabe en Portugal.
- La tumba del rey Fernando I, que data del siglo XIV. Está llena de elementos simbólicos relacionados con la alquimia, como la representación de un laboratorio alquímico (con dos estanterías con recipientes encima) o la unión de los contrarios, representada por un monje y una mujer.
- La tumba de Nuno Alvares de Pereira, Santo Condestable y fundador del convento primitivo.
- La sala dedicada a las colecciones de dos de los arqueólogos más importantes del siglo XIX portugués, Possidónio da Silva y el Conde de S. Januário, que incluyen sarcófagos egipcios y unas espeluznantes momias procedentes de América del Sur.
La visita al museo apenas lleva una hora (son 5 salas reducidas) y merece la pena por los tesoros históricos que alberga.