En una callejuela del Chiado, junto al Bairro Alto, encontramos el Museo de Chiado o Museo Nacional de Arte Contemporáneo (MNAC), fundado a comienzos del siglo XX y con una impresionante colección de arte contemporáneo, la mayor de Portugal.
Un museo de arte contemporáneo en las paredes de un convento
Como sucede con el Museo Nacional del Azulejo, el Museo de Chiado también se aloja en un antiguo convento, en este caso en el de São Francisco, que fue reformado por el arquitecto francés Jean-Michel Wilmotte para adaptar sus instalaciones a las necesidades de un museo.
Realmente, el museo nació tras la divisón de los antiguos Museo de Bellas Artes y Museo Nacional de Arte Antiguo, que se separaron por decreto del gobierno en 1911, repartiéndose las obras anteriores y posteriores a 1850. Estas últimas son las que componen la colección del Museo de Chiado actual que, en el momento de su inauguración, supuso toda una innovación en el país, que hasta entonces no contaba con ningún espacio propio para albergar una colección de arte contemporáneo.
El emplazamiento del museo es este lugar no fue casual, ya que el Chiado es tradicionalmente el barrio de Lisboa donde han convivido más artistas e intelectuales, como demuestra la alta concentración de cafés, teatros y librerías que encontraréis en la zona.
Del Romanticismo al Modernismo
La mayoría de las obras que contiene el museo datan de los siglos XIX y XX (concretamente, de entre 1850 y 1975), y pertenecen a artistas portugueses, aunque la colección incluye también obras de artistas extranjeros, como la muestra dedicada a la escultura francesa o a los pintores paisajistas del siglo XIX.
Uno de los tesoros del museo son las serie de dibujos de Rodin que conserva. Tampoco hay que perderse el autorretrato del pintor realista Columbano Bordalo Pinheiro, tan expresivo con su media sonrisa, o los magníficos dípticos art déco de Almada Negreiros.
Asimismo, el Museo de Chiado organiza habitualmente exposiciones temporales donde se exhibe la obra de artistas contemporáneos internacionales.
El museo posee además un pequeño jardín con algunas esculturas interesantes (a veces están tapadas para protegerlas, según la época del año) y una cafetería con buenas vistas de Lisboa.